¿ego?
Desde que comenzamos a escribir les hemos contado sobre las actitudes egoicas y les hemos pedido que por favor las suelten, sin embargo, a la fecha no les había escrito sobre el ego, qué es, qué implica, cómo lo reflejamos, por qué lo tenemos, si es bueno o es malo y demás inquietudes que esperamos resolver hoy.
Decidí este tema porque a diferencia de lo que algunos de mis lectores creen, no tengo una vida perfecta, tengo una vida en la que trabajo todos los días por ser mi mejor versión y aportar al mundo, me amo y me respeto; para hacer esto el mayor reto que he tenido es el ego. No les voy a decir que ya renuncié a él, porque sería mentirles, pero si les puedo decir que todos los días intento alejarlo un poquito más y permitir que mi verdadera esencia salga, para poder ser un medio y un canal limpio, claro y lleno de luz.
El ego suele definirse como el reconocimiento del yo, y en algunos casos exceso de autoestima. Creo que hoy de cierta manera vamos a combatir estas dos definiciones. Les recuerdo que no soy psicóloga y que hablo como terapeuta espiritual, así que vamos a llevar esto a un plano un poquito más grande que la mente, no desmerito el trabajo de nadie y lo respeto, esta es nuestra posición.
Transitar por lo espiritual, implica el buscar cada día encontraste contigo mismo y ser tu mejor versión, esto conlleva a transformar conductas, comportamientos, pensamientos; básicamente desaprender un montón de cosas y comenzar de cero con el fin de tener una vida más plena, cumplir nuestro propósito de vida y obviamente ser felices. No es un comportamiento que tengan algunas personas elegidas dentro de la sociedad, es un proceso que todos podemos llevar y es nuestra decisión. Entonces el ego es esa voz en la mente que dice “tú eres diferente, tú eres especial, tú eres el elegido, tú eres el más grande”. Te diremos somos iguales, somos Dios en acción, estamos hechos a imagen y semejanza de él, lo que nos hace diferentes son nuestras decisiones. Como diría mi guía “somos comunes y corrientes”.
Entonces, lo primero que definiremos como antónimo del ego es la humildad, el ego necesita que se muestren y luzcan las virtudes, la humildad por su parte no necesita ostentarlo y esto va ligado a estar seguro de quién eres, si estas seguro no necesitas que nadie lo reconozca, tu propio reconocimiento es suficiente. Ya no escucharemos más frases como “usted no sabe quien soy yo”, porque entendemos que es un igual. Ahora, obviamente hemos desarrollado cualidades y competencias diferentes, inclusive tenemos dones y talentos diferentes, pero estos no nos hacen más, ni menos que nadie.

El orgullo es uno de esos hijitos del ego, es un exceso de “estimación” hacia uno mismo una satisfacción propia, y esa vocecita que te habla y te dice “eso no te puede pasar a ti», “no dejes que te respondan así”, “quién se cree el otro para decirte eso”, “tú eres el mejor”, “yo siempre soy la primera opción”, “nadie se puede resistir a mí” y así infinidad de frases. El orgullo normalmente nos ataca desde un externo, es decir es una reacción a lo que alguien más nos dice, otro hace o cómo nos queremos mostrar a los demás. Este suele ser el más duro de combatir porque solemos confundirlo con el tan conocido “hacernos respetar”. Te diremos que hacerte respetar no implica un acto de orgullo, cuando te haces respetar te sale del corazón, el orgullo te sale de la mente.
Creernos los salvadores, es otro de esos hijitos del ego, solemos pensar que todo lo sabemos, que tenemos las herramientas para salvar a cualquiera, en muchos casos sin que los demás nos hayan pedido ayuda, ahí radica el error y el momento en que es el ego el que actúa. Este a mí me ha costado, porque obviamente cuando descubrí información importante que considero puede cambiar la vida de la persona, me salen avisos con tips, entonces estoy hablando con alguien y el digo “hay por qué no te tomas una agüita de algo”, “por qué mejor no haces esto”, entre otras cosas. Si la persona nos pide ayuda es un acto hermoso, ayudar es lindo, es amor, es humildad, es compartir. Pero cuando la persona no te pide ayuda es un aviso gigante rojo con letras blancas que dice “mírame, mira lo que YO puedo hacer”, eso no está aportando al otro, está buscando resaltar el YO SOY.
Me creo el más, muchas veces caemos en creer que nuestra posición, nuestra opción, lo que yo digo es lo mejor. La justificación a esto suele ser “porque yo lo hice” “porque yo lo digo”, y comenzamos a desmeritar a los demás, dejamos que el ego destruya y nos sentimos grandes. Volvemos entonces a entender que ser humildes nos abre más puertas, nos da mejores relaciones, nos ayuda a tener mejores resultados y nos recuerda de dónde venimos y para dónde vamos.
Sé que en este momento pensarás, es difícil y claro que es difícil, en especial porque nos hemos acostumbrado a vivir en conductas egoicas y salir de ahí implica muchos cambios, pero también te podemos decir que es como quitarse un peso innecesario porque, al fin y al cabo, el ego nos crea una imagen un poco negativa, y quitar patrones del ego es comenzar a limpiar nuestra imagen.
Entre más alto este nuestro nivel de ego, menos permitimos que nuestra alma salga y que seamos verdaderamente, el ego se convierte en una capa que tenemos que pasar para poder estar más limpios y dejar que nuestra esencia salga a flote, entre más ego tengas menos conexión tienes, tus relaciones se basan en el miedo y no en el respeto, más arrogante y antipático te ves. Cada vez que vas depurando te vas llenando de amor.
Consideramos que el ego se convierte en una capa de “protección”, en una muestra de la baja autoestima y el pensamiento de que si no nos vemos gigantes somos vulnerables. Pero no es así, como lo recalcamos en todos lados desde que creamos este espacio, el amor es la respuesta y es la mejor herramienta, la mejor opción, la mejor arma. El amor es el que puede cambiar todos esos patrones.
Estos son solo algunos de los comportamientos del ego, de la necesidad de ratificar el Yo, hoy más que a cambiarlos te invito a que los transformemos, para que nuestra vida fluya más
Namaste.