Crecimiento personal

¡Encontré el amor!

Ve a un espejo… corre, mírate. Acabas de reconocer dónde comienza el amor.
 
Por alguna extraña razón, el amor es entendido como algo simple. Pensar en ese sentimiento  es asociar palabras como pareja, familia, amigos, mascotas, etc.  Pocas veces consideramos que eso es externo y no lo podemos controlar, relacionar a un tercero para darle vida a ese sentimiento es entrar en todo lo que NO es amor. El amor se ve reflejado en esa persona que acabas de reconocer en el espejo. TÚ.
Amar es el sentimiento más puro,  es el origen de todo, es la energía suprema, es lo que mueve el mundo. Lo contrario al amor es el miedo. Sé que probablemente estarás pensando a mí no me da miedo amar, me da miedo cuando ya no hay amor. Sonará raro pero, creo que la mayoría de personas que conozco hasta el día de hoy viven en los opuestos del amor asegurando que aman con locura y que nunca habían estado más enamorados, entre otras frases que solemos decir o escuchar. Tranquilos, yo también pasé por ahí y cuando la lección llegó a mi vida mi primera reacción fue negarme, solo hasta después de mucho tiempo entendí que era verdad, no sabía qué era el amor, caminaba en el miedo.
Nuestras relaciones suelen estar guiadas por tres antónimos del amor. El primero es el apego, es el más común, lo normalizamos y creemos que sentir que con el otro nos completamos, somos mejores o inclusive decir “con esa persona soy feliz”, es correcto; cuando alguien nos dice: “te apegaste”, lo negamos, nos sentimos atacados, creemos que están celosos de nuestras relaciones. Pero, no es así el apego es esperar que el otro nos llene, que lo que queremos esté en manos de alguien más, por eso al final hay dolor.
Nuestro segundo antónimo son las expectativas, el amor es un sentimiento tan puro que es libre y solemos cuartar su libertad, comenzamos a esperar cosas tan simples como un mensaje, una llamada, que las cosas sucedan de cierta forma y volvemos al dolor, porque si no sucede así hay decepción.
El tercer antónimo es el control, por tu cabeza pasará, -yo no soy controlador, – mis relaciones son muy libres, – yo nunca molesto. Ahora te pregunto: ¿nunca has esperado que tu relación sea de una forma particular, que el otro haga algo que tú tienes en mente, que las ocasiones especiales se celebren como tú quieres?, así nunca lo hayas verbalizado, sino que se haya quedado como un pensamiento. Si tu respuesta a todas mis preguntas y las que tú mismo te puedes hacer es no, gracias por no caminar en este opuesto; si alguna es sí, es porque has caído en el control y olvidaste que es el amor.
Estos tres opuestos hacen que caminemos en el miedo a perder algo. Cuando llega el dolor y entramos en nuestro proceso natural de sentir y dejar ir, pocas veces entendemos que ese desconsuelo que estamos viviendo en ese instante es un recordatorio de que nos salimos del balance energético natural; le atribuimos al amor actitudes, cualidades, sentimientos, entre otras miles de cosas que realmente no le pertenecen.
No debemos buscar que alguien más llene nuestros vacíos. Para poder entender el amor como una relación con el otro, debemos estar llenos, debemos amarnos a nosotros mismos, estar absolutamente enamorados de cada fibra de nosotros; no puedes dar lo que no tienes, no puedes buscar afuera lo que nace adentro.
Encontrar el amor es conocerte en lo más profundo, con tus espacios de luz y tus espacios de sombra, es entenderlos y abrazarlos fuerte. Es mirarte al espejo todos los días sentirte único y bello, es estar feliz con tu cuerpo, con tu mente… Y ahí cuando ya hayas trabajado en auto observarte, cuando te conozcas en cada milímetro, cambiaras la forma de hacer las cosas y entenderás la vida diferente. Cuidarás tu cuerpo, trabajaras tus emociones, alimentaras tu espíritu, eliminaras lo negativo y caminaras en la luz, porque entenderás que el amor es bueno, siempre hace bien.
Así como yo encontré el amor y vivo diferente; pienso, hablo y siento de otra forma. Tú también puedes hacerlo; vas a estar feliz, verás el mundo como algo perfecto y abundante.

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