Crecimiento personal

También odie, ahora amo

Lo primero es que hoy te pediré que leas esto en un momento tranquilo, pon música de relajación si es posible, has los ejercicios conmigo y abre tu corazón a lo que te voy a decir.
Últimamente he estado cerca de varios procesos difíciles, de perdidas terrenales, en ellas note que normalmente esperamos hasta ese momento para decir LO SIENTO, PERDÓN.  Considero totalmente ilógico tener que aguardar a que una persona ya no esté para arrepentirnos por las palabras dichas, los malos momentos, las malas acciones, los malos pensamientos y las malas energías. Pero considero a un más ilógico estar dispuestos a aferrarnos a algo al punto de hacernos daño.
Hoy quiero hablar del PERDÓN, lo quiero hacer porque es un regalo a nosotros mismos.
En este momento piensa que vamos a ir al mercado a comprar papas, necesitamos llevar la bolsa para cargarlas: debe ser bonita, nos debemos sentir atraídos por ella.  Cuando llegamos buscamos las papas más grandes y bonitas, llevamos varias, entre más mejor, pues todavía no sabemos para qué las vamos a usar. Pagamos, las metemos en nuestra bolsa y nos vamos a casa.  En nuestro hogar nos sentamos y grabamos en cada papa el nombre de una persona a la que le guardemos rencor, resentimiento, rabia, odio, recelo o algún sentimiento que no hayamos sido capaces de dejar ir y hoy todavía nos incomode. Cuando terminamos de escribir metemos todas las papas marcadas en la bolsa, las demás para este ejercicio las olvidaremos. Ahora nos colgaremos esa bolsa en la espalda, la llevaremos a todos lados, las papas nunca deben separarse de nosotros, las cargaremos todo el tiempo sin importar la actividad. Después de unos días notaremos lo desgastante que es llevar todo eso, además de que ellas comienzan a deteriorarse, su olor nos incomoda. Nos damos cuenta lo que implica cargar las papas, hay que hacer las cosas diferente, ellas se vuelven una prioridad y desatendemos otras cosas.
Te invito a que pienses en cómo te sentirías si te tocará a hacer esto en la vida real, anótalo, después reanuda tu lectura.
Eso que vivimos en el ejercicio es lo que decidimos hacer en nuestra vida cuando no perdonamos, pagamos un precio muy alto y decidimos envenenarnos nosotros mismos, nos empeñamos en las mil y un formas de mantener ese enojo, esa rabia, esa desilusión, ese dolor pegados a nosotros. Las papas son la excusa para mostrar el peso que tiene en nuestra vida no perdonar, la bolsa es nuestro cuerpo al que desatendemos, dejamos de limpiar y solo lo llevamos porque nos toca.
Creo que conscientemente nadie quiere enfermarse, no perdonar es el primer paso para enfermarse. Perdonar no significa olvidar, no quiere decir que estés de acuerdo con lo sucedido, que lo apoyes o, inclusive, que ahora te hagas responsable de los errores de alguien más. Perdonar es el acto de abandonar esos sentimientos negativos que nos hirieron, es cambiar la forma de ver la situación, es dejar fluir, sanar y seguir.  En otras palabras, comienzas a perdonar cuando aceptas el hecho tal y como fue, sin pensar en las innumerables posibilidades que este tenía para ser diferente. Si perdonas te sirve a ti, y si no perdonas también es tuyo.
Las personas que escribiste en esas papas probablemente ni se inmuten por los sentimientos que tienes, muchas ni siquiera sepan que aún las guardas con rabia o algún momento especifico lo recuerdas con rencor.
Perdonar implica dejar de lado nuestro ego y actuar desde el alma, alimentar el espíritu y seguir creciendo. Este acto nos permite tener una vida más sana. No te estoy diciendo que mañana le pidas perdón a todas las personas que tienes guardadas en tu corazón de una forma incorrecta, porque sé que si lo haces así, no será sincero, lo harás porque acá está escrito y no por haber entendido el concepto.
Cuando te sientas listo comienza a soltar decide abrirle las puertas al amor. Muchas veces sentimos que hay cosas que somos capaces de soltar, pero no de decirle al otro, si puedes hacerlo físico enviar un mensaje, hacer una llamada, ir por un café, está perfecto; pero si no te sientes capaz o si esa persona ya se fue puedes hacerlo en meditación o en oración, lo importante es que realmente lo dejes ir.
Ahora tampoco quiero que entiendas el perdón como un acto inmediato. Es normal que si tienes una confrontación o un momento en el que algo te hirió sientas dolor.  Espera, piensa en la cerveza: apenas la sirven tiene mucha espuma así que la emoción que está en ese momento puede ser muy fuerte y agresiva, pero si dejas pasar un tiempo la espuma se va, la emoción se tranquiliza. Ahí puedes analizar la situación y tener tu momento de perdón.
Hace unos días yo perdoné a alguien que me hirió bastante, después de que envié el mensaje en el que además de perdonarlo le pedí perdón; tuve un momento de euforia muy alto, luego lloré. En ese momento no logre descifrar el sentimiento, hoy sé que se llama liberación que fui feliz por dejar ir, me permití seguir adelante y me entristecí por ver cuánto tiempo yo misma me retuve, me ate al pasado a pensar todos los días ¿qué hice mal?, ¿qué habría podido hacer diferente?, ¿será que no lo di todo?  Dejé de vivir con esa carga y le abrí espacio a nuevas cosas me reconcilie con él y conmigo.
Creo que en este momento te puedes preguntar por aquellas personas que no te han pedido perdón, y dirás “oye, pero el (ella) no me ha pedido perdón”. El acto de perdonar es personal, cuando te reconcilias lo haces contigo, no estas esperando que la otra persona se libere de su culpa, estás trabajando para quedar libre en tu alma y tu espíritu, estás trabajando por ti, sanas tú.
Así que decide abrazar todos esos sentimientos, todas esas personas y esos momentos. Agradéceles por lo que aprendiste, Déjalos ir.
Te invito a después de que perdones vuelvas a esa agenda de apuntes y escribas cómo te sientes, qué cambio en ti. Compara tú mismo y date la oportunidad de tener mejores relaciones y una mejor vida.

 

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